La devoción a María

En este tiempo de Cuaresma, caracterizado, entre otras cosas, por la oración, os animamos a reflexionar sobre la devoción a la Santísima Virgen. Para ello os ofrecemos el siguiente texto, extraído de un manual de formación cofrade.

Para un cofrade (y para un cristiano) la auténtica devoción a María consiste en imitarla. Sin calcar en el corazón las mismas actitudes de Nuestra Señora, es imposible la devoción mariana. ¿Qué pensaría una madre que se viera obsequiada por sus hijos pero nota que le llevan la contraria en aspectos importantes de su vida?

A veces en nuestras hermandades corremos el peligro de considerar a María en teoría como Madre, pero en la práctica como una "abuela" a la que se obsequia sin hacerle caso en sus consejos...

Como en las bodas de Caná, María intercede por nosotros, pero nos dice como a los criados: "Haced lo que Él os diga". A nosotros nos corresponde "llenar las tinajas hasta arriba".

La devoción a María, por tanto, nos invita a:

• Estar abiertos y disponibles a la voluntad de Dios en nuestra vida: "Hágase en mí según tu palabra" (Lc 1,38).
• Dar gracias a Dios porque ha hecho obras grandes en cada uno de nosotros, en los demás miembros de la hermandad, en todos los hombres y mujeres (Lc 1,46-55).
• Escuchar con fe la Palabra de Dios, meditándola en el corazón como hizo ella (Lc 2,19-51).
• Hacer "cuanto Jesús nos diga" animados por María, en actitud de servidores de los demás (Jn 2,1-12).
• Permanecer junto a la cruz de Jesús y junto a las cruces de nuestra vida y de la de los demás (Jn 19,25-27).
• Ser vínculos de unión de la hermandad, perseverando en la oración con un mismo espíritu (Hch 1,12-14).
• En definitiva, contribuir a dar a luz al Salvador en el mundo, amenazado por el dragón del mal, el llamado Diablo o Satanás (Ap 12,9).

Quien quiera ser buen cofrade, que mire a María y aprenda. 

María es la mejor imagen que podemos encontrar para expresar qué significa ser cofrade o hermano.