11 de agosto de 2014

¿Qué significa hoy en la Iglesia "hacer estación de penitencia" para una Hermandad?

En esta entrada os mostramos una breve reflexión que hemos encontrado en la página web de la parroquia sevillana de San José y Santa María. Impartida por el Padre Francisco Piñero, trata una temática que nos une, por lo que queremos compartirla con todos vosotros. Esperamos que os guste y nos ayude a todos a ser mejores nazarenos día a día.


La pregunta que nos hacemos es: “Qué significa hoy en la Iglesia hacer ‘Estación de Penitencia’ para una Hermandad?”. Intentaré contestar a esta cuestión a través de ocho puntos de reflexión:

1º.- ¿QUÉ ES UN NAZARENO?

Salir de nazareno es una cosa muy seria: Es como hacer un acto público de Fe en Jesucristo. Cada nazareno es una persona que va gritando, a pesar de su silencio: “Yo soy cristiano”. El antifaz no nos deja ver la cara de quien “va dentro”… Y es mejor, porque algunos “tienen mucha cara” saliendo de nazareno sin preocuparse de llevar una vida cristiana. ¿Eres tú así?

Vestirse de nazareno es como revestirse de Cristo. Nos recuerda la vestidura blanca y nueva del Bautismo, cuando decidimos seguir a Jesucristo.

Salir de nazareno significa también hacer penitencia por todo aquello que nos impide parecernos a Cristo. Creo que es mejor “ser” nazareno que “salir” de nazareno.


2º.- HACER “ESTACIÓN DE PENITENCIA” A LA IGLESIA CATEDRAL:

La “Estación de Penitencia” consiste en ir en procesión desde la Parroquia de vuestra Cofradía hasta la Catedral. Creo que es muy importante para un nazareno entender muy bien el significado de este gesto. La Catedral es símbolo de la Iglesia del Cielo hacia la que todos los cristianos nos dirigimos. Hacer “Estación en la Catedral” es reconocer cuál es nuestra meta: El Cielo. ¡Allá vamos!

Una Cofradía que se dirige a la Catedral, es imagen de la Iglesia: Pueblo de Dios en marcha, luz del mundo (cirios), signo de salvación (tras la cruz), iglesia peregrina, testigos de Cristo. Así, el hacer “Estación en la Catedral” revela a los nazarenos una verdad como un templo: Se sigue a Jesucristo en la comunidad de la Iglesia.


3º.- “ESTACIÓN DE PENITENCIA”:

Salir de nazareno es una penitencia: Calor o frío, cansancio, resistencia, dolor, incomodidad prolongada, etc… La penitencia del cristiano es: Mortificación aceptada como expresión de la conversión del corazón.

Algunos nazarenos salen para cumplir una promesa: Descalzos, con una cruz, o simplemente de nazareno. Ahora bien, sin la conversión al Evangelio la penitencia se reduce a un “alarde” o a una prueba de resistencia.

El nazareno completa en su carne la pasión redentora de Cristo. “Ayuda” a Jesús a llevar su cruz. Por eso, un nazareno nunca debe olvidar que la mejor penitencia es: Hacer la voluntad de Dios cada día y celebrar el Sacramento del Perdón y el Sacramento de la Eucaristía antes de la Estación Penitencial.


4º.- MANIFESTAR LA FE CRISTIANA:

Una procesión es como una manifestación…pero de Fe. La procesión dura sólo unas horas. La Fe dura toda la vida. Muchos nazarenos saben que no basta tener Fe, sino que hay que manifestarla también: En la “Estación de Penitencia” y, sobre todo, en la vida de cada día.

Y hay algunas actitudes que convierten una procesión en manifestación de fe y que hay que tener muy presentes: Seriedad y silencio. Ir rezando. Espíritu de entrega y de sacrificio. Ir revisando la propia vida. Fidelidad a la Regla de la Hermandad.

Algunos turistas “admiran” nuestras Cofradías como un espectáculo pintoresco. De los hermanos y hermanas de las Cofradías depende el que aparezcan como una expresión de religiosidad y de fe cristiana madura. ¡Aquí hay una gran tarea que realizar!


5º.- EL DECÁLOGO DEL NAZARENO:
  • El buen nazareno no deja para última hora retirar su papeleta de sitio.
  • El buen nazareno se ocupa de tener listos: túnica, antifaz, capirote…
  • El buen nazareno acude a su templo puntualmente, en silencio y con el antifaz (por el camino más corto).
  • El buen nazareno celebra el Sacramento del Perdón y el Sacramento de la Eucaristía antes de hacer “Estación de Penitencia”.
  • El buen nazareno tiene enorme paciencia con la gente.
  • El buen nazareno reza, medita y calla tras la cruz (de guía).
  • El buen nazareno obedece al celador o al diputado de tramo.
  • El buen nazareno es fiel y constante hasta el final.
  • El buen nazareno no da caramelos, sino testimonio de su Fe.
  • El buen nazareno no acaba nunca su Estación: Es creyente toda la vida.

6º.- SALIR DE “PENITENTE”:

Los “penitentes” no llevan capirote. Cargan con una cruz, como Jesús. Jesús dijo: “El que quiera seguirme tome su cruz cada día y me siga”. Por eso, los penitentes muestran a todos que el camino del cristiano es el camino de la cruz. El buen penitente lleva la cruz con garbo, pero sin ostentación. Lo difícil es llevar así la cruz de todos los días.

Si tú eres penitente piensa que es bueno llevar la cruz no sólo por ti, sino también por los que no llevan o no pueden llevar la suya. Y no olvides que llevar una cruz es fácil. Lo difícil es hacerlo como Jesús y hasta donde la llevó Jesús.

La cruz desemboca en la resurrección. La muerte engendra vida. El sufrimiento redime. Tu cruz puede ayudar a muchos…


7º.- LOS HERMANOS COSTALEROS:

Muchas Hermandades tienen sus propias cuadrillas de costaleros, que son hermanos. Jesús dijo: “Llevad los unos las cargas de los otros”.

Algunas veces los costaleros ven premiado su esfuerzo con los aplausos: Es el premio de su trabajo. Pero, conviene que no olviden que el mejor premio es el Cielo tras la larga “chicotá” (¿se dice así?) de una vida auténticamente cristiana.

El hermano costalero es un nazareno sin antifaz: De los que van por la vida dando la cara. ¿Eres tú así?

A la Virgen le gusta que la “mezcas”. Pero, mucho más que sigas a su Hijo Jesucristo.

El buen costalero nunca retira sus hombros de las trabajaderas… ni siquiera después de la “Estación de Penitencia”: Es toda su vida un trabajador en la construcción del Reino de Dios.


8º.- LA CRUZ HA PERDIDO PARA MUCHA GENTE SU VERDADERO SIGNIFICADO. ¿POR QUÉ?

La Cruz de Jesús no fue un símbolo de dignidad, de poder y de triunfo, sino exactamente al revés, un símbolo de humillación, de debilidad y de fracaso. La crucifixión era la pena de muerte que se les daba a los esclavos que se escapaban de sus amos y a los revolucionarios que atentaban contra el Imperio Romano; y era, por eso, “la más vergonzosa de todas las penas”, como se decía entonces. En consecuencia, la cruz no era un objeto sagrado, sino todo lo contrario: un objeto de maldición y condena. Por eso, Jesús no murió en el templo, sino en la calle; ni murió en una ceremonia sagrada, sino en el acto más repugnante, porque aquello fue lisa y llanamente la ejecución de una condena a muerte. Y, por cierto, la muerte que se les daba a los que se sublevaban contra el poder político y a los que atentaban contra el orden establecido.

De donde se sigue que los cristianos debemos ver la cruz como el símbolo de los que no están de acuerdo con los atropellos y las injusticias que cometen los poderes de este mundo, como el símbolo de los que no se conforman con que la vida esté tan mal organizada y a base de que unos atropellen a otros.

Y entonces, cuando la cruz se ve de esa manera, o sea cuando la cruz se ve como lo que en realidad fue para Jesús, vuelve a ocurrir lo que ocurrió entonces: la cortina del templo se parte de arriba abajo. ¿Qué quiere decir esto? En el sitio más santo y más sagrado del templo de Jerusalén había una cortina enorme; y los judíos se pensaban que detrás de aquella cortina se ocultaba Dios (2 Mac. 2,1-10). Pero, al morir Jesús en la cruz, la cortina aquella se partió en dos y así Dios dejó de estar oculto. O sea, cuando Jesús murió de aquella manera, Dios se dio a conocer y se manifestó abiertamente. Lo cual quiere decir que cuando un creyente hace lo que hizo Jesús y se porta como Él se portó, Dios deja de estar oculto y se hace cercano a la gente. Porque entonces pasa lo que le pasó al Capitán de los Romanos: “Verdaderamente este Hombre es el Hijo de Dios” (Mt 27,54).

Creo que lo distintivo de la Fe cristiana frente a otras religiones y humanismos es Cristo mismo, es decir, la adhesión confiada y el seguimiento fiel a su Persona.

En definitiva, el cristiano está llamado hoy a vivir una Fe “humilde”, que mira a la tierra y se preocupa por mejorarla (“humilde” viene de “humus”, que significa “tierra”); una Fe “lúcida”, que es tolerante sin ser indiferente, comprometida sin ser fanática; una Fe “firme”, que no se disuelve en cualquier cosa; una Fe “confesante”, que no adopta una postura de cruzada, pero no se avergüenza de presentarse en público y de actuar según las propias convicciones. A esta hermosa tarea de ser cada vez mejores cristianos invito a los hermanos y hermanas de todas las Hermandades.

¡ A D E L A N T E ¡


SEVILLA, 25 de Marzo de 2009
Francisco de Paula Piñero y Piñero, SS.CC.
Miembro del Equipo Sacerdotal de la Parroquia de San Marcos

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