6 de marzo de 2016

Carta de nuestro Párroco en esta Cuaresma


MARÍA MADRE DE MISERICORDIA

El Papa Francisco, en la bula “Misericordiae Vultus”, con la que convocaba el año de la misericordia que comenzó el 8 de diciembre de 2015 y terminará el 20 de noviembre de 2016 en la fiesta de Jesucristo Rey del Universo, dedica un espacio importante a María, de la que nos dice:

“El pensamiento se dirige ahora a la Madre de la Misericordia. La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, para que todos podamos redescubrir la alegría de la ternura de Dios. Ninguno como María ha conocido la profundidad del misterio de Dios hecho hombre. Todo en su vida fue plasmado por la presencia de la misericordia hecha carne. La Madre del Crucificado Resucitado entró en el santuario de la misericordia divina porque participó íntimamente en el misterio de su amor.” (MV 24)

Por eso nos toca reflexionar sobre lo que significa sabernos acompañados por María y redescubrir la “alegría de la ternura de Dios”. Nosotros, que veneramos a santa María de la Esperanza, tenemos que vivir cada día más desde el gozo de saber que nuestra esperanza no se funda en nuestras capacidades, ni en nuestro esfuerzo, sino en la misericordia que Dios nos ha tenido al hacernos hijos suyos, partícipes de la vida en su Reino.

Y este gozo nos debe llevar a revisar cómo vivimos esa esperanza; muchas veces reducimos nuestra vida cristiana a cumplir preceptos, embellecer imágenes, realizar rituales…, cosas que nos pueden ayudar a mantener viva nuestra devoción, pero que pueden dejar inactiva nuestra esperanza si no nos lleva a esperar activamente ese mundo nuevo, “santuario de la misericordia”, que Dios nos va a traer y en el que María ya habita “porque participó íntimamente en el misterio de su amor”. 

Y para esperar activamente tenemos que aprender a vivir desde la misericordia, sabiendo que lo prioritario en nuestra vida es amar a Dios en el prójimo, preocuparnos del hermano. Esto exige cambiar de mentalidad, porque “Dios a nosotros, en primer lugar, nos ha aplicado la misericordia que se expresa en su perdón. El perdón de las ofensas es la expresión más evidente del amor misericordioso y para nosotros cristianos es un imperativo del que no podemos prescindir. ¡Qué es difícil muchas veces perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para vivir felices, escuchemos la palabra de Jesús que ha señalado la misericordia como ideal de vida y como criterio de credibilidad de nuestra fe. «Dichosos los misericordiosos, porque encontrarán misericordia» (Mt 5,7) es la bienaventuranza en la que hay que inspirarse durante este Año Santo” (MV9).

Es por eso que tenemos que pedir, por medio de Sta. María de la Esperanza, la conversión del corazón, dejarnos transformar en misioneros de la misericordia para bien de nuestra Hermandad, de nuestra Iglesia, de nuestro pueblo y nuestro mundo. Esta es la única esperanza que se nos ha dado para poder hacer que nuestra vida llegue a plenitud.


D. Ángel Julián Gª-Plaza Perez-Madrid
Cura Párroco de Villarrubia de los Ojos.

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